Reseña: The Witcher Temporada 2, el rugir de la leona de Cintra

Ciri se ha convertido en la estrella del show, en una serie que corrige algunos errores pero que sigue luchando con el enfoque de su narrativa.
Ayax Bellido
Geralt y Ciri por fin se han reunido, pero la amenaza apenas está por llegar | Imagen: Netflix

The Witcher aspira a convertirse en la fantasía medieval que sea la joya de la corona en Netflix. Con una primera temporada que irrumpió hace dos años como la canción de un bardo en la taberna, Henry Cavill se puso en la escena como el enigmático y poderoso Geralt de Rivia, un brujo que sobrevive en medio de un continente lleno de monstruos, mercenarios, hechiceras, criaturas mitológicas, intrigas cortesanas y conflictos bélicos sin solución aparente.

Ahora, la segunda temporada se ha estrenado el pasado 17 de diciembre a través de la plataforma de streaming, con 8 nuevos episodios que nos muestran que desde la parte creativa del proyecto han aprendido ciertas lecciones a través de los errores del pasado, encontrado una nueva estrella que se gana las miradas e interés de todos los espectadores: Ciri, la cachorra leona de Cintra que ruge con toda su fuerza para mostrarnos el enorme poder -transformador o destructivo- que tiene la Vieja Sangre.

Dale una moneda a tu brujo y quédate a leer nuestra reseña sobre la segunda temporada de la serie The Witcher.

https://www.youtube.com/watch?v=VBXJzYwR5h4

La leona de Cintra

Como mencionaba en la introducción, para esta segunda temporada una Ciri magníficamente interpretada por Freya Allan se ha convertido en la estrella del show. Tras el anhelado y predestinado abrazo al final de la primera temporada, el nuevo arco narrativo comienza con Ciri y Geralt viajando para ver a un viejo amigo del brujo: Nivellen, interpretado por el actor de Game of Thrones, Kristofer Hivju.

Este último esconde un monstruoso secreto, el cual será develado y enfrentado por el propio Geralt, en una aventura independiente del resto de los 7 episodios que cautivará a los fanáticos de los libros de Andrzej Sapkowski con la representación del cuento A Grain of Truth. Tras los eventos de este primer episodio, la serie toma su ritmo serializado mientras Geralt y Ciri se dirigen a Kaer Morhen, la fortaleza y el campo de entrenamiento donde los brujos descansan, curan sus heridas y se surten de pociones durante el crudo invierno.

Imagen: Netflix

Ciri ha dejado de ser la princesa consentida de Cintra, atrás ha quedado la damisela en apuros que corre a través de los bosques y ahora es una bruja en entrenamiento… y algo más. La Niña de la Sorpresa se debate entre sus visiones apocalípticas y su deseo de seguir a Geralt como su protector y guía. Es poseedora de la Vieja Sangre y esto le brinda un poder tan inconmensurable como incomprensible, y ello también la hace el objeto de deseo de diferentes facciones y oscuras amenazas que desde las sombras buscan utilizarla como una herramienta para sus propios fines.

El trabajo de Freya Allan es fantástico, dotando a Ciri de una personalidad descarada y fanfarrona que es capaz de brillar con luz propia y sobresalir en un mundo impulsado por la testosterona como es el de los brujos. Su relación con Geralt (y con personajes de Kaer Morhen como Lambert, Vesemir y la propia Triss Merigold) es sin duda una de las principales fuerzas impulsoras de los nuevos episodios de la serie.

Imagen: Netflix

Y digo una de las principales porque por otro lado esta el tema de la dualidad de su magia. El poder de Caos que hay dentro de Ciri esta tan destructivo como sanador, tan esperanzador como temible para el propio mundo, por lo que la princesa deberá aprender a lidiar con esta nueva fuerza, en una tarea nada sencilla en la que varios protagonistas intentarán aportar su propio conocimiento y experiencia para guiarla, o en su defecto, aprovecharla.

El invierno cura las heridas

The Witcher Temporada 2 se deshace de las líneas de tiempo innecesarias e intercaladas de la primera temporada en favor de una historia más centrada y lineal. En lugar de décadas entrecruzadas, la historia tiene lugar en el aquí y ahora, lo que agrega una capa adicional de peligro a la trama y le quita confusión a los eventos que se buscan narrar en pantalla. Debido a ese cambio, el destino de los personajes es más importante y los momentos difíciles tienen un mayor peso y relevancia para el espectador, en una modificación que podría parecer pequeña pero resulta sustancial y necesario.

Imagen: Netflix

En otros lugares, hay muchas otras adiciones bienvenidas. Vesemir, interpretado por Kim Bodnia, actúa como mentor de Geralt y es un faro de luz que oscila entre la calidez de su personalidad y el respeto -o temor- que infunde en sus aprendices. Los fanáticos del juego de The Witcher 3: Wild Hunt, se deleitarán con la interpretación del actor danés. Están por otro lado dos fuerzas antagónicas: el mago de fuego Rience (Chris Fulton) y el maestro de espías Dijkstra (Graham McTavish); ambos con momentos de relieve dentro de la temporada, aunque se terminan por diluir ligeramente al final de la misma. Mientras tanto Cahir (Eamon Farren) atraviesa un arco mucho más significativo, pues su ir y venir en el escenario político, primero acompañado por Yennefer y luego en Cintra con la maga Fringilla (Mimi Ndiweni) es una sorpresa destacada de la temporada.

Pero no te preocupes fanático empedernido de el brujo, pues Geralt de Rivia sigue siendo el gran héroe aquí, con esa personalidad envolvente que oscila entre el encanto natural y una vulnerabilidad estoica. Solo que ya no es el mismo de la primera temporada: aquel mutante que recorría el continente sin otro sentido más que aceptar contratos para cazar monstruos a cambio de bolsas repletas de monedas ha quedado atrás. Ahora él guía a Ciri hacia la brujería y su protector, tomando una enternecedora actitud paternal para hacer cumplir su inexorable destino y Ley de la Sorpresa. En ese sentido, el trabajo de Henry Cavill sigue siendo excelso y en extremo convincente.

Imagen: Netflix

Existen también varias tramas secundarias que giran en torno a la retirada de Nilfgaard de Sodden y el trato despiadado, cruel e inescrupuloso que el reino da a los Elfos, en una muestra clara de la podredumbre que anida en el corazón de las diferentes razas que conforman el universo de The Witcher. Los monstruos no son solo las bestias que habitan los bosques y pantanos, los de peor calaña son los humanos, magos y elfos con sus embriagantes ambiciones de poder.

Ahora, vale decir que estas historias paralelas y serpenteantes a menudo minan la energía de los tiempos de ejecución en los episodios, dando la sensación de que estos últimos se están alargando de una manera totalmente insustancial, quitando la atención de los protagonistas que verdaderamente queremos ver en pantalla. La narrativa se llega a perder entre actores secundarias y áreas remotas del continente que por ahora no tienen un peso, y nos deja con más ganas de ver a Geralt, Yennefer y Ciri en acción.

Imagen: Netflix

El brujo, la hechicera, la princesa… y el bardo

Tras 16 episodios es notorio que a The Witcher le sigue costando entrelazar la intriga política y las conspiraciones cortesanas del continente con la trama y personajes principales. La comparación podría ser odiosa y gastada a estas alturas, pero justo éste es uno de los mejores registros de Game of Thrones, mientras que la producción de Netflix aún batalla para dar con la tecla: cada discurso, reunión o escena cargada de un tono diplomático, religioso o filosófico se siente como un espectáculo secundario, carente de todo impacto y poco revelador.

En ese sentido, queda la impresión de que el guion pasa una cantidad de tiempo preocupante buscando excusas para mantener separados a sus personajes más atractivos: Geralt, Ciri y Yennefer. Y es una lástima, pues cuando el trío finalmente se reúne, la sensación es que se han desperdiciado unas cuantas horas, pues es realmente el punto más alto, entrañable y armonioso de la narrativa.

Imagen: Netflix

Este es un claro indicativo de que The Witcher todavía está resolviendo los problemas en términos de equilibrio. Hay formas de darle gusto a los fanáticos más avezados de la saga y, al mismo tiempo, crear un rico, nutrido y fantástico mundo de personajes que van y vienen, pero resulta evidente que, al menos en ese aspecto, la serie aún no ha alcanzado ese punto óptimo.

El tratamiento que el programa le da a Jaskier también es extraño. El bardo apenas aparece en los primeros seis episodios, salvo algunas escenas, y apenas está más involucrado en el acto final de la temporada, cuando sin duda posee la suficiente personalidad y carisma dentro de la historia como para haberlo visto antes con un mayor peso y relevancia. Ahora, si Toss a Coin to Your Witcher ya fue un éxito, Burn, Butcher, Burn también es una magnífica y pegajosa canción que logra transportarnos a alguna de las tabernas típicas de esta fantasía medieval.

Imagen: Netflix

Por otro lado, Geralt encuentra tiempo para enfrentarse a algunos monstruos y bestias temibles cuando, a raíz de un misterioso monolito, surge una nueva y aterradora amenaza en el continente. De hecho, algunas de estas criaturas son totalmente desconocidas y misteriosas, incluso para el experimentado brujo. Esto da como resultado algunas batallas interesantes, aunque sigo echando de menos más acción de este tipo, pues es hay decir que aún nada alcanza las alturas del choque brutal de Geralt y Renfri en el estreno de la primera temporada. A The Witcher le siguen faltando mayor continuidad y constancia en las batallas y acción de fantasía medieval  que vemos plasmados tanto en los libros como en los juegos de CD Projekt.

En donde definitivamente la serie da un un paso adelante es en los efectos especiales para estas escenas de lucha, al igual que valores ornamentales de producción, decorados y accesorios. El final incluso despliega todos los recursos CGI con una secuencia completa contra basiliscos que bien podrían haber sido extraídos directamente de los videojuegos.

Imagen: Netflix

Pese a que aún se siente como una historia un tanto errante, desenfocada y descontrolada, la segunda temporada de The Witcher ha confirmado el potencial a largo plazo de la serie. Se han logrado corregir algunos problemas y han surgido algunos nuevos, pero en general se trata de 8 episodios que son capaces de saciar el hambre y cumplir el gusto de los ávidos fanáticos de las fantasías medievales, sobre todo gracias a Ciri, ahora posicionada en un papel más prominente que se lleva prácticamente todos los reflectores, sin olvidar claro, el encanto natural de Geralt.

Además, con una tercera temporada confirmada pienso que lo mejor está por venir, teniendo en cuenta que el universo está ahora más consolidado, que ya no hacen falta tantas descripciones, y sobre todo, que el final de la Temporada 2 nos ha dejado un contexto que hace soñar a todos los fanáticos de la obra de Sapkowski.

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